23/8/08

Los Cuates... no vuelvo nicagando


Mi amiga la Chica viene de vez en cuando a Santiago y somos bien fomes, porque la mayoria de las veces nos quedamos en la casa viendo peliculas, tomando vino y pelando. Esa onda. La cosa es que la Chica llegó este viernes con la idea de hacer algo distinto. Partimos al Barandiaran, pero como dia viernes, estaba lleno y no teniamos reservas. Empezamos a turistear y llegamos a "Los Cuates", que, obviamente, es un restaurant de comida mexicana (spoiler).
Bueno, entramos y lo bueno es que tenia área de fumadores y habia mesa, pero en cuanto entramos el desastre empezó.

Primero: Los mariachis.
Está bien, de vez en cuando es rico que hayan mariachis, cantantes de vals peruano o huasos cantando en un restaurant, pero cuando los tienes al lado tuyo toda la noche, es desagradable. IMPOSIBLE conversar, desubicados... La señora mariachi usaba una peluca que parecía pelo de Barbie y en algun momento de la noche pensé en agarrarla del moño y salir arrancando con los tarros. ASÍ DE INSOPORTABLE. El señor mariachi, absolutamente olvidable. Cero control del acordeon, desafinaba y casi me hizo sangrar un timpano.

Segundo: La atención.
Llegamos, nos trajeron las cartas y nos atendió un mexicano de verdad. Igual bien. Pudo haber sido un actor hambriento que no encontró otra pega que hacer de mexicano en un restaurant ahora que lo pienso, pero bueno, es un restaurant mexicano, así que le daba como un ambiente especial a la cosa. Hasta ahi todo bien. Nos entregó las cartas y nos vino a tomar el pedido a los 5 minutos mas o menos... sigue todo bien. Luego llegó una niña chilena a preguntarnos si queriamos pedir algo y le dijimos que si, nos tomó el pedido y llegó el mexicano. Se ponen a discutir porque el estaba atendiendo la mesa. Despues de un intercambio de palabras bastante pasivo agresivo el mexicano nos vuelve a tomar el pedido: tortillas con queso y chorizo, dos tequila frambuesa, una porción de guacamole grande.
A la media hora llegó el tequila, que a pesar de la espera estaba harto bien. Las tortillas por el otro lado se demoraron como 45 minutos. 4 tortillas todas rascas, del porte de un plato chico de pan, con un plato redondo chico como de postre con queso derretido y chorizo. Y del guacamole, no se supo nada. Para que no se enfrien las tortillas, nos pusimos a comer altiro, y a los 20 minutos aparecio la mesera. Le volvimos a pedir el guacamole, que llego cuando ya nos habiamos terminado las tortillas. En todo caso pedimos la porción grande y era con suerte del porte de un envase de yogurt.

Y por mientras los mariachis dele que dele chillando al lado de nosotros.
Al final pedimos la cuenta (11.400 pesos) y nos volvimos a la casa, con la sensación de haber pedido el tiempo y la plata.

Moraleja: Siempre reserven antes de ir al Barandiaran un viernes en la noche.

Nota del Autor: A las 4 de la mañana me desperté con unos retorcijones espantosos... no voy a entrar en detalles, pero definitivamente no vuelvo a Los Cuates.